
El seísmo ha provocado daños materiales en algunos edificios aunque hasta el momento se desconocía si podría haber provocado un aumento del número de víctimas mortales. Las réplicas han aterrorizado a muchos de los supervivientes, 17.000 de los cuáles se han quedado sin casa y han tenido que refugiarse en campamentos habilitados. "Esta ciudad ha sido devastada y no creo que volvamos a recuperar nuestras posesiones. Está llena de fantasmas y miedo", declaró uno de los damnificados, Claudio Gaudieri.
Al igual que otros muchos ciudadanos de L'Aquila y de poblaciones cercanas, Gaudieri lo ha perdido todo. Ante la situación de caos, el primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, que el mismo lunes declaró el estado de emergencia nacional, se desplazó ayer a la zona por tercer día consecutivo, donde visitó el centro histórico de L'Aquila, que ha quedado completamente destruido y ha sido cerrado al tráfico por miedo a que se produzcan nuevos derrumbes.
Asimismo se espera que hoy también visite la zona el presidente italiano, Giorgio Napolitano y mañana comenzarán los funerales de estado por las víctimas mortales, 15 de ellos menores. Los voluntarios y equipo médico trabajan a contrarreloj desde que se produjo el terremoto de 5,8 grados que devastó la ciudad aunque lo cierto es que no han encontrado a ningún superviviente en las últimas horas
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